American Psycho: minimalismo de lujo.

Oficinas que marcaron tendencia en la pantalla grande.

Aunque Patrick Bateman no es la mejor de las personas, y American Psycho (película del 2000 de la directora Mary Harron y basada en el libro de Bret Easton Ellis) explora áreas del ser humano que no son las más virtuosas, lo que no se puede negar es que el señor Bateman tiene un impecable gusto cuando se trata de decoración de interiores, especialmente de su espacio personal.

Apartando el particular estilo de vida secreto del señor Bateman, su personalidad obsesivo-compulsiva probablemente es la que lo lleva a mantener, en su guarida personal de New York, espacios a simple vista, vacíos, pero con elementos clave que resaltan, como un foco de luz, la selectiva mentalidad que posee este hombre. Podría considerarse al señor Bateman un conocedor del minimalismo, amante de lo simple, limpio y neutral (pero en la película conocemos su otro lado, bastante ‘particular’), por lo que estos elementos dejan claro como este hombre es dos caras de una misma moneda.

Lo primero que exhibe su buen gusto y preferencia por muebles de lujo, son sus sillas Barcelona del famoso y extraordinariamente conocido arquitecto americano Ludwig Mies van de Rohe, un nombre que tanto especialistas como amateur saben el peso que tiene en el diseño.

En segundo lugar, impactando con la pulcritud que exhibe, roba la atención el sofá Kate de Patrick Pristine, y acompañándolo, la mesa para el café del arquitecto austriaco-italiano, Paolo Piva Alanda, que a simple vista no es gran cosa, pero la cual posee un diseño geométrico por debajo que le da al espacio un toque increíblemente sofisticado.