Espacios de tendencia en la pantalla grande
The Phantom Thread: elegancia londinense.
Las películas del director Paul Thomas Anderson no solo son reconocidas por su genialidad en el ámbito de la trama y su siempre espectacular selección de actores, sino que cada detalle en sus películas está perfecta y cuidadosamente pensado, y no iba a ser de otra forma en su trabajo de 2018: The Phatom Thread.
Situada en la glamorosa Londres de 1950 después de la guerra, contemplamos las vidas del reconocido diseñador de vestidos, Reynolds Woodcook (interpretado por un espectacular Daniel Day-Lewis en el rol que elegiría para su última vez frente a las cámaras), y su hermana Cyril (interpretada por la regia Lesley Manville), quienes, en el centro de la moda inglesa, visten a la realeza, estrellas de cine y otras mujeres con el suficiente talante para llevar la ropa de la distinguida Casa Woodcock. Ante tanto derroche de clase alta, no era menos esperar una escenografía y un diseño de interiores que transmitiera el glamour y el lujo en el que el genio excéntrico de Reynolds Woodcook desarrollara sus exquisitos dotes.
Los encargados de dar vida a este entorno creativo clásico (el taller y la casa Woodcock) fueron el productor de diseño Mark Tildesley y la decoradora de set Véronique Melery SDSA. Las dos mentes creativas, junto con el director, se encargaron de dar vida a la psicología personal del personaje de Reynolds Woodcock para que se viese reflejada en cada ángulo y esquina donde estuviese ambientada la película.
Por ejemplo, para uno de los espacios fundamentales del filme, el Gran Salón, Tildesley y Melery SDSA fueron influenciados por el estilo de Dior de los 40s y los 50s. Lo primero que capturará la vista del espectador son sus cortinas rojas, de un rojo oscuro intenso. A continuación, los ojos son atrapados por la alfombra, una espectacular muestra del buen gusto, es esta una alfombra clásica francesa Aubusson del siglo 18, perfecta para que en el desfile de los vestidos estos nunca se vean opacados por ella. El detalle más importante del Gran Salón es, quizás, los espejos, diseñados exclusivamente para la película, pero fueron inspirados en espejos de 1950, sus formas tan rectas acompañan a la perfección a los elaborados candelabros de la sala.
The Phantom Thread es un deleite visual para todo ojo detallista que sienta curiosidad por espacios que realmente transmitan la personalidad y la historia de sus habitantes. En estos momentos, que la tendencia de personalizar el espacio de trabajo en casa suena fuerte entre los fans del diseño y la decoración, esta película puede ser muy buena fuente de inspiración.
